Descripcion
El Rolls-Royce Phantom I, también conocido como el New Phantom, fue presentado en 1925 como el sucesor del icónico Silver Ghost. Este modelo marcó un hito en la historia de la marca británica, consolidando la reputación de Rolls-Royce como fabricante de vehículos de lujo incomparables. La producción del Phantom I se extendió hasta 1931, durante la cual se fabricaron alrededor de 3,512 unidades, lo que lo convierte en un símbolo de elegancia y sofisticación de la época.
El diseño del Phantom I fue obra de Henry Royce, quien introdujo significativas mejoras técnicas respecto a su predecesor. Entre las innovaciones más destacadas se encontraba su motor de seis cilindros en línea de 7.7 litros, que ofrecía una conducción más suave y silenciosa, y proporcionaba una potencia aproximada de 100 CV. Este motor se combinaba con una caja de cambios manual de cuatro velocidades, que ofrecía una experiencia de conducción sublime.
El chasis del Phantom I permitía una personalización casi ilimitada, lo que llevaba a los clientes a encargar carrocerías únicas a prestigiosos carroceros de la época, como Barker, Hooper, y Park Ward. Este nivel de exclusividad y artesanía contribuyó a que el Phantom I se convirtiera en un símbolo de estatus para la élite mundial.
El Phantom I no solo fue aclamado por su lujo, sino también por su fiabilidad y rendimiento, características que cimentaron la reputación de Rolls-Royce como "el mejor coche del mundo". Aunque no recibió premios formales, su legado perdura como uno de los modelos más icónicos de la automoción clásica. Hoy en día, el Phantom I es altamente valorado por coleccionistas y entusiastas, destacando tanto por su ingeniería avanzada como por su espléndida estética.
El diseño del Phantom I fue obra de Henry Royce, quien introdujo significativas mejoras técnicas respecto a su predecesor. Entre las innovaciones más destacadas se encontraba su motor de seis cilindros en línea de 7.7 litros, que ofrecía una conducción más suave y silenciosa, y proporcionaba una potencia aproximada de 100 CV. Este motor se combinaba con una caja de cambios manual de cuatro velocidades, que ofrecía una experiencia de conducción sublime.
El chasis del Phantom I permitía una personalización casi ilimitada, lo que llevaba a los clientes a encargar carrocerías únicas a prestigiosos carroceros de la época, como Barker, Hooper, y Park Ward. Este nivel de exclusividad y artesanía contribuyó a que el Phantom I se convirtiera en un símbolo de estatus para la élite mundial.
El Phantom I no solo fue aclamado por su lujo, sino también por su fiabilidad y rendimiento, características que cimentaron la reputación de Rolls-Royce como "el mejor coche del mundo". Aunque no recibió premios formales, su legado perdura como uno de los modelos más icónicos de la automoción clásica. Hoy en día, el Phantom I es altamente valorado por coleccionistas y entusiastas, destacando tanto por su ingeniería avanzada como por su espléndida estética.